La legendaria banda británica volvió a demostrar en una memorable noche que Madrid y su público son su talismán. El concierto de anoche hace sombra a las "vacas sagradas" de su generación.Parecía imposible, pero las emociones de hace diez meses siguen intactas; incluso se han visto incrementadas. Un sonido depurado, un grupo solvente y entregado, un público especialmente motivado... Todos estos y algunos más han sido los principales ingredientes de una noche inolvidable para las 10.000 personas que se dieron cita en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Ni los problemas técnicos –entre ellos un inoportuno apagón de casi diez minutos– ni la inevitable inclusión de varios temas del nuevo disco Endless Wire, pudieron con la magia de un completo espectáculo de rock potente y elegante. Con un repertorio que hace palidecer incluso a las –teóricamente– "vacas sagradas" de su generación (la inevitable comparación con los Rolling Stones como supervivientes en activo de la década de los 60 estaba anoche a la orden del día), Pete Townshend y Roger Daltrey, perfectamente arropados por una banda sólida y poderosa, demostraron de nuevo que Madrid les motiva especialmente y que aquí han encontrado la química adecuada, aquella que convierte un concierto de rock en una experiencia única.
El repertorio fue equilibrado hasta el punto de conseguir que incluso los medleys de Quadrophenia y Tommy (este último en el bis) brillaran con luz propia entre rutilantes joyas pop como The Kids Are Alright o I Can't Explain. My Generation y su variación volvió a emocionar por su eterna vigencia. Incluso los temas de Endless Wire estuvieron a la altura, apoyados en todo momento por las imágenes que, desde una gran pantalla dinámica, convirtieron el show en un completo espectáculo audiovisual. En este apartado conviene destacar los maravillosos clips del swinging London, o las piezas visuales en blanco y negro rescatadas de la mítica película Quadrophenia. Who Are You explotaba en nuestros oídos cuando la mesa de control se vino abajo, pero el grupo se lo tomó con humor y volvió con energías renovadas al escenario. Aunque la mofa general (estando como estamos en plena campaña electoral) apuntaba a que Esperanza Aguirre no había pagado la factura de Iberdrola, la sangre no llegó al río y el apagón quedó, afortunadamente, para el anecdotario. Pinball Wizard y Won't Get Fooled Again pusieron el listón muy alto: definitivamente estos revitalizados Who se ha rodado en la gira USA y suenan más empastados que en Julio de 2006. Quizás, aunque sea un poco arriesgado decirlo, no han sonado así desde los tiempos de Keith Moon, pero esto es sólo una opinión de fan.
A destacar el importante papel de Simon Townshend como cantante. Sus backing fueron parte del éxito de la noche, apoyando a Pete en una labor que, para ser honestos, nunca ha sido su fuerte y empastando su voz con la de Roger con solvencia y elegancia. En cuanto al resto de la banda, brillaron a gran altura: Pino Palladino tuvo momentos de lucimiento que nos hicieron recordar al irrepetible The Ox; los teclados del minucioso y experimentado "Rabitt" son un ingrediente fundamental en esta sabrosa receta musical. Zac, por su parte, estuvo meritorio en su papel aglutinador del sonido del grupo, haciendo a la vez grandes esfuerzos para que no se le escapara por error alguna sonrisa. Su papi puede estar orgulloso...Como anécdota podemos contar que, en algunos momentos del solo , la acústica de Townshend estuvo disonante, con algún problema en el puente. ¡Pete, haz que un buen luthier revise esa joya... o saca del baúl la vieja Ferrington! También hubo algún pequeño incidente de monitorización y auriculares, con la consiguiente bronca al técnico de turno, pero todos estos fueron pequeños aconteceres en una noche llena de magia que, ante el no muy alentador panorama musical actual, hace que nos preguntemos con inquietud cuándo podremos contar de nuevo con la presencia de estos chicos en nuestros escenarios. Esperamos que sea muy pronto.
Manu
